El ágata tiene el poder de armonizar el yin y el yang. Es una piedra calmante y trabaja despacio pero aporta una gran fuerza. Sus múltiples capas pueden traer a la luz información oculta.
El ágata estabiliza el aura, eliminando y transformando las energías negativas. Su efecto limpiador es poderoso, tanto a nivel físico como emocional.
Psicológicamente, el ágata facilita la aceptación de uno mismo, fomentando la autoconfianza.
Las ágatas potencian la función mental mejorando la concentración, la percepción y las habilidades analíticas, dirigiéndote hacia soluciones prácticas. El amor a la verdad de las ágatas anima a expresar la propia verdad.
Emocionalmente, este cristal supera la negatividad y la amargura del corazón. Sana la ira interna, fomentando el amor y el coraje para volver a empezar. Resulta útil para cualquier tipo de trauma emocional.
Puesta sobre el corazón, cura las enfermedades emocionales que impiden la aceptación del amor. Situada sobre el abdomen o tomada como elixir, estimula el proceso digestivo y alivia la gastritis. Cura los ojos, el estómago y el útero; limpia el sistema linfático y el páncreas. Fortalece los vasos sanguíneos y sana los desórdenes de la piel.
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